Es habitual encontrar en terapias, charlas, textos o vídeos sobre crecimiento personal la premisa de que “es necesario sanar la relación con tu padre/madre”.
Sí, yo también creo que es necesario sanar la relación con nuestros progenitores. El asunto está en saber desde dónde lo estás haciendo.
¿Lo haces desde la sinceridad? ¿O desde la obligación espiritual? 😉
“Agradece a tus padres que te dieran la vida” oirás.
Pero… ¿y si en tu fuero interno tú sientes que tu vida no te gusta? ¿Cómo podrás entonces sentir agradecimiento hacia tus padres porque te dieron esta vida?
Para poder agradecer a tus padres (con sinceridad) el poder estar vivo, primero has de reconciliarte con TU VIDA. Piensa qué es lo que tienes que te impulsa a seguir viviendo. Aunque sea una sola cosa. Y cuando la encuentres, aférrate a ella.
¿La sonrisa de tus hijos?
¿Tu mascota, que te recibe meneando la cola cuando llegas a casa?
¿El olor del café recién hecho?
¿Una ducha calentita?
¿Leer?
El poder disfrutar de ese pequeño placer que te anima, que te llena, que te dibuja una sonrisa en la cara (aunque sea muy de vez en cuando)… ya es motivo suficiente para agradecer la vida. Y por tanto, para agradecer a tus padres la posibilidad de estar en esta Tierra para vivirla.