¿Seremos los adultos capaces de expresarnos así alguna vez?
Solo desde la inocencia de la vivencia de un niño, el cual todavía no tiene juicio alguno respecto a lo que siente, se puede verbalizar con claridad.
Potenciemos pues en nuestros hij@s esta capacidad: no les neguemos nunca sus sentimientos y ayudémosles a ponerles nombre y palabras.
- “Duérmete ya, hija…”
- “No puedo mama, no se cómo.”
- “Pues es muy fácil: cierras los ojos y ya está.”
- “Pero mama… es que…”
- “¿Qué te pasa? Cuéntame.”
- “Es que… hay miedo en mi corazón. Y ¿sabes? lo que le pasa a mi corazón es lo que me pasa a mi. Y por eso mi corazón se mantiene despierto.”
- (… Momento de estupefacción y cara de poker de la madre …)
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